No reparé en aquella otra
persona; estaba sentada placidamente en una silla, una pierna por encima de la
otra. Era una mujer joven, asiática, de tez pálida, cabello largo y negro
recogido en una coleta y cuerpo delgado. Aparentaba unos veinticinco años y
vestía al modo tradicional chino. Estaba medio en penumbra, medio en la luz.
Miré hacia allá y, cuando la vi, se levantó de la silla. Era anormalmente alta
en relación con las mujeres de su raza, pues mediría alrededor de uno ochenta,
y no me sacaba la cabeza por poco.
Siguió hablando en un castellano muy correcto.
- Hunluan significa caos y
tu eres su agente. Uno de los pocos que pueblan el mundo; y, como tal, debes de
servir a los designios para el que has sido nombrado.
- ¿Qué?¿Te refieres a una niña diabólica de unos diez años que se
apareció en mi casa porque sí?¿Eso quieres decir?
Ella, en vez de turbarse,
sonrió. Casi se podría decir que se estaba burlando de mi.
- No; ella es uno de los innumerables instrumentos de los que se
sirve el equilibrio. Tu eres un compañero del equilibrio, un agente del caos.
Cuando uno cae, su opuesto desaparece. Ese es el renacer de otros dos. Y, como
tales, estáis destinados a cumplir la misión del equilibrio universal.
- Oye… todo esto queda muy Zen y muy bonito, pero verás… Os habéis
equivocado de persona. Yo no tengo nada que ver con esto. Solo soy una persona
normal y corriente en una ciudad corriente. Todo esto me parece un poco… como
un cuento.
La joven china me escuchó
pacientemente, pero sin oír nada, porque prosiguió con sus disertaciones.
- Madre Zhi ha penetrado en tu corazón y ha visto en sus ojos ciegos
tu alineamiento. Ella no se equivoca nunca, y tu perteneces a ese signo. A él
debes tu vida y tus acciones. No puedes evitar ser lo que eres, de la misma
manera que tampoco puedes ignorarlo.
- Muy bien; supongamos entonces que tienes razón, que la señora Zhi
no se equivoca nunca, y que soy… eso que has dicho. ¿Qué se supone ahora que
tengo que hacer?
- En el mundo siempre hay quien atenta contra el cero. Ese punto
clave en el que se sostiene todo el universo infinito. Por eso nos debemos a
dos fuerzas complementarias y a la vez contrarias, dos fuerzas de las que tu y
varios más sois presencia mortal en el mundo. Vuestra es la misión de velar por
el equilibrio universal haciendo lo que sea necesario, pues aquí el fin lo es
todo.
- ¿Quieres decir que… que si llegara al caso tendría que matar?
- Si es necesario… todo vale en pos del equilibrio. Lo vivo está en
concordancia con lo muerto, el día con la noche, el mar con la tierra y lo
material con lo espiritual… todo tiene no su contrario, sino el equilibrio
entre las fuerzas. Esas líneas se rompen constantemente, y depende de los
agentes del orden y del caos el que eso sea remendado.
Creo que en ese momento,
me rendí. Se me acabaron las preguntas, aunque tuviera la cabeza llena de
dudas. Siempre he sido una persona bastante cabezona, dura de mollera y, en
ocasiones, aferrado a mi realidad, aceptándola como se acepta que el cielo es
azul; pero esto… esto sobrepasaba como mucho mi capacidad de imaginación, que
era algo escasa. La joven me invitó a pasar a través de las cortinas por donde
un instante antes se metió la anciana. Acepté la invitación y ella me siguió.
Lo primero que me
encontré, fueron unas escaleras que conducían hacia abajo. Estaban escasamente
luminadas por tres bombillas desnudas en hilera. Bajé hasta una habitación
donde supuestamente estaba la mujer vieja. La estancia era mayor de lo que en
un principio había creído. De hecho, era enorme. Y, a pesar de las dimensiones
normales del local, aquella habitación al menos le doblaba el tamaño.
Allá fuimos los dos. Me
invitó a sentarme con un gesto de la mano y me puse a un lado de la anciana
mientras ella se ponía al otro. Cuando la anciana se percato de nuestra
presencia, hablo con la joven en su incomprensible idioma y esta le contestó de
manera pausada, como cuando habló conmigo allá arriba. Mientras hablaban, mire
en derredor y ante nosotros se extendía la completa oscuridad. Aún así, notaba
como había cientos de presencias, como si algo allí en la oscuridad respirara.
Escuchaba atentamente jadeos y respiraciones entrecortadas y las voces de las
dos mujeres se silenciaban gradualmente en mis oídos. Solo escuchaba aquella
habitación, aquel santuario salido de Dios sabía dónde. Finalmente, cuando la
joven se dirigió hacia mí, deje de oír esos hechiceros suspiros.
- Madre Zhi pregunta que por qué tu corazón esta receloso de lo que
se te ha desvelado.- dijo dulcemente.
- Esto… esto es difícil de creer.- contesté.- El hecho de
encontrarme aquí, cuando hace cinco minutos estaba en una tienda de todo a
cien… Eso ya supera todo lo real.
La joven le tradujo a la
anciana lo que le dije y me concentré en ellas dos solo por no oír esos latidos
de respiraciones que se agolpaban a nuestro alrededor. Es más, luchaba hasta
contra mi voluntad para no volverme y, mucho más, para no echarme a correr.
- Madre Zhi dice que en esta sala debes dejar que el conocimiento te
llene tal como el agua a una jarra. Solo en este sitio lo lograrás. Lo que
afuera hay tras el circulo de luz no son mas que sombras de dudas.
- Te aseguro que queda muy bonito así dicho, pero lo cierto es que
todo lo que a lo largo del día ha ocurrido, me resulta muy, muy irreal.
- El miedo no aliado, compañero de equilibrio.- dijo entonces la
anciana en un pasable castellano.- A partir de ahora, verás cosas que agotan
alma, cosas que no creer. Cosas que permanecen en las sombras. Esta noche ver
una de ellas, ¿verdad? Un Kuei te
avisó de ello.
- Un Kuei es para nosotros
un fantasma, un ente maligno. Suele engañar a las personas débiles para que
ocupen su lugar en el abismo.- explicó la joven.
- ¿Y esto que tiene que ver conmigo?¿Por qué se me apareció a mi
entonces?¿Quería mi condena o así? - pregunté.
- Kuei espíritu
atormentado. Sirve tan bien al equilibrio como los benévolos. Salvación para él
posible si manda almas al infierno. El escoge Hezuo huoban en
tierra. Ser alma perdida. Tu traer almas perdidas al abismo.
- ¿Qué es eso?- pregunté.
- Significa compañero. La muerte a través del alma en sueños atrajo
a este Kuei hacia ti y el, a través
del equilibrio, te escogió para ser su compañero.
- ¿Quieres decir que tengo que matar a otras personas para que ese
maldito fantasma se libere de su castigo?
- No castigo.- contestó la anciana Zhi.- Solo querer salvación. Tu
ser instrumento de Kuei y el ser de
equilibrio. Tu servir a equilibrio.
- Tu alineamiento es del caos, puesto que ayudas a un espíritu atormentado
a liberarse y a optar por el perdón eterno. Debes de destruir una vida corrupta
y malvada y mandarla al fuego purificador.
- Eso es un asesinato.- contesté.- Me parece increíble lo que estáis
diciendo. Esto es la edad contemporánea, no el medievo. No se puede matar a
nadie por ninguna razón, y mucho menos para salvar a un espíritu. Es de locos…
- Tu misión no es matar a una persona.- replicó la joven oriental.-
Es devolver todo cuando desestabilice al equilibrio a su línea correspondiente.
Si matas, la sola acción de matar puede desnivelar la balanza. Es lo que te ha
pasado mientras dormías; tu fuerza ha costado una vida. Y esa vida ha consumido
otra. Son dos desajustes que hay que resolver. Y eso es lo que está pasando
ahora. Debes aceptar lo que se te dice, pero no por orden nuestra, sino por
designio superior. Llámalo Dios, Buda, Alá o como te plazca, pero no deja de
ser una fuerza omnipotente que nos sostiene a todos.
- Entonces, ¿no se trata tan solo de matar a una o varias personas
para que ese Kuei descanse?¿Es mucho
más que eso?
El asentimiento de la
anciana fue más que suficiente para dar una respuesta. Noté como se me caía el
alma a los pies y me preguntaba cómo pretendían que cumpliera mi misión. La
anciana habló esta vez.
- Jia Li enseña bien. No debes de dejar tu vida atrás, pues eso es
parte de ti ahora. Tienes que seguir como ahora. Solo que ahora sabes más. Jia
Li se encargará de ti y te dirá como hacer. En este mundo existen Kuei crueles disfrazados de hombres y
mujeres. Tu deber es acabar con ellos. Jia Li explica a ti como se hará, pero
no aquí. Este sitio es centro. Debes salir de aquí.
Hasta ahora no noté que,
aparte de la luz que nos iluminaba a nosotros, no había ni una luz ni media; es
decir, el pasillo con las escaleras que nos condujeron hasta abajo, había
desaparecido y solo quedamos allá nosotros tres, en aquella mesa con esa
maquina de movimiento perpetuo, esa especie de luz flotando en la nada y,
alrededor, la oscuridad. La anciana miró hacia el frente y, como si ya estuviera
allí, apareció a unos diez metros el pasillo escalonado hacia arriba y sus tres
bombillas de cables pelados.
La joven me exhortó que
fuéramos hacia la escalera y dejamos a la anciana en ese espacio abierto
rodeado de tinieblas. Mientras subíamos, ella delante de mi, recobré el habla.
- ¿Quién es Jia Li?¿Y que tengo que aprender?
- Tienes que aprender a ser un agente del caos. Saber que tu misión
consiste en devolver al azar lo que es del azar o, dicho de otra manera,
devolver todo mal al caos. Serías algo así como un exorcista de las fuerzas del
mal.
- ¿Sirvo entonces al mal?- pregunté extrañado.
- No; sirves al caos. El caos no es el mal. Aquí no existe bien ni
mal. Estás por encima de esos conceptos. El caos y el orden sirven a un
propósito mayor, que es el susodicho equilibrio. Todo fluye de ello. Para cada
acción una reacción, sea provocada por el orden, o por el caos. Los desajustes,
como antes mencioné, son frecuentes y perpetuos, jamás se extinguen, porque ese
propósito mayor esta en permanente movimiento. Depende de las fuerzas del orden
y del caos equilibrarlo.
- ¿Y quién me va a enseñar todo esto?
Acabábamos de subir las
escaleras y ella se volvió hacia mi e hizo una breve inclinación de cabeza.
- Yo soy Jia Li. Seré tu maestra y enlace entre tú y la anciana
madre Zhi. No te puedo enseñar mucho, ya que la mayoría de las cosas que
aprendas serán por tus actos y por tu libre albedrío. A veces estará bien lo
que hagas, y a veces mal, pero siempre aprenderás algo. Tienes que seguir con
tu vida, tu trabajo, tus amigos, con todo lo que te rodea, pero sabiendo una
cosa más; que ahora perteneces a la rueda que hace girar el universo y que,
ante todo, esta es tu obligación principal. Cuando algo tambalee la
estabilidad, tu deber es repararla. El no hacerlo, puede ser desastroso.
- ¿Hay más personas que saben esto?- pregunté intrigado.
- ¿Aparte de ti? Muchos de ellos, como los que guardan este sitio,
no tienen un plan maestro establecido. Son guardianes neutrales, intocables
para el caos y el orden. Pero los agentes del caos y del orden… encontrarás
muchos a lo largo de tu vida; deberás en algunos casos respetarles y, en otros,
acabar con ellos, de la misma manera que ellos harán lo mismo contigo. Creo, si
no me equivoco, que dispones de una herramienta para tu cometido, ¿verdad?
Me acordé de aquel
cuchillo envejecido. Lo dejé en casa, en la mesilla de mi dormitorio. Pero,
para sorpresa mía, Jia Li se echó la mano a la espalda y lo sacó enfundado. Me
lo entregó con una media sonrisa.
- Este es el cuchillo de las almas enjauladas. Es un arma
antediluviana que muchos antes que tu lo han llevado honrosamente al servicio
del equilibrio. Nunca te separes de él, pues es invisible para los mortales
excepto cuando bebe la sangre de sus adversarios. Lleva tu signo ahora grabado
en la empuñadura. La hoja oxidada marchita el alma y la devuelve al fuego
eterno en espera de su pronta salvación. Este cuchillo jamás debe usarse a la
ligera y solo contra tus enemigos. A ti nunca te hará daño, pues eres inmune a
su hoja. Pero, como todas las armas del equilibrio, debe usarse con sabiduría y
cuando te sea encomendado.
Guardé el arma bajo mi
chaqueta, medio creyendo lo que me decía aunque, como pude comprobar más tarde,
absolutamente todo era cierto. Me miraba con atención, como un naturista que
encuentra una especie absolutamente desconocida. Bajo esa mirada, me sentí
momentáneamente incómodo. Luego, me llevó al rincón donde la vi por primera vez
y me cogió de las manos.
- Ve con cuidado, te lo pido, y por enésima vez, jamás digas a nadie
lo que eres, pues el solo hecho de mencionarlo atraerá a todas las fuerzas
contra ti y te destruirán. Si necesitas ayuda o consejo, acude aquí. Madre Zhi
siempre dará respuestas en la casa de las almas.
Jia Li se acercó a mi y me
besó en la frente. Tras eso, se separó de mi y alzó la mano a modo de saludo.
Entonces pude ver, no sin ocultar mi asombro, que en su mano brillaba un signo
como hecho con fuego; un signo que, a pesar de ser distinto del mío, guardaba
semejanza con el que yo mismo tenía en mi propia palma. Alcé la mano mientras
me alejaba de la trastienda como una despedida y atravesé el almacén. No había
ni rastro de los tres chinos que me agredieron, pero si del tendero, que me
miró curioso y, acto seguido, esbozó una sonrisa que parecía hasta autentica y
todo.
- Espero verle pronto, señor.- enunció sin reducir ni un ápice ese
gesto sonriente.
- Eso espero yo también.
- Cuídese, señor.- y volvió de nuevo a su mostrador.
Salí de aquella tienda, y
de aquel callejón. Cuando volví la cabeza, mientras me alejaba y llegaba a la
esquina de aquella fachada, pude observar de pasada que, en aquella pared de
color confuso, había una retahíla de pintadas en la que, por azar o por
casualidad, se encontraba la marca que había visto en las manos de Jia Li.
Quizás fuese una manera para indicar que allá mismo estaba el santuario donde
la joven asiática servía al equilibrio.
Por mi parte, eché la mano
al costado, para notar el cuchillo bajo mi chaqueta, un arma que solo yo podía
sentir. Y caminé calle abajo, sin tener ni idea en donde me había metido o que
es lo que me depararía el futuro. Ahora era algo más que una persona común y
corriente.
Soy un agente del caos.
Genial primer capítulo, me encanta el protagonista que ya aquí va tomando más conciencia y asume su lugar.
ResponderEliminarMe ha llamado mucho la atención que aquí no encontraremos bien y mal como estamos acostumbrados, si no orden y caos. :D
Seguiré leyendo porque estoy intrigada por saber cómo se enfrentará, a quién, dónde...
¡Un abrazo!
¡Hola Cande!
EliminarHe puesto mucho empeño y esfuerzo en este caballero andante del siglo XXi, así que espero que los demás capítulos sean más que satisfactorios para tus ansías innatas de leer
Nos vemos y gracias por comentar
¡Un abrazo!